Organización Bolivariana de Naciones Unidas: 13/3/11

GADAFIS, ESCLAVITUD PROLETARIA E IGUALDAD SOCIAL

x: Darío Botero Pérez

Una de las condiciones sociales más denigrantes es la de proletario. Su retrato más patético lo logró Charles Dickens describiendo las condiciones de vida, en Inglaterra, de las víctimas directas del capitalismo y la burguesía decimonónicas.

Quizás por eso, un hombre sensible de una inteligencia penetrante capaz de reflexionar a partir de los datos de la realidad y no sólo de los de la realidad de sus maestros, necesariamente anacrónica y ajena a la actual, el humanista, judío mas no sionista, Carlos Marx, consideró que ese proletariado no sólo tenía la obligación de luchar por superar su posición de clase explotada y sometida a la ignominia, sino que, en las condiciones del s.XIX, con sus máquinas movidas por carbón y de las cuales el obrero era esclavo (y siguió siéndolo en el s. XX, como lo inmortalizó magistralmente Charles Chaplin en sus películas; y lo sigue siendo en las economías neoliberales que, inclusive, han resucitado la esclavitud en pleno s. XXI), también era el único ser social necesario para garantizar la producción (valga decir, la supervivencia).

Tan estratégica posición le otorgaba una primacía objetiva que, en una proyección lineal, convertía al proletariado en la clase dueña del futuro, encargada, además, de superar la esclavitud del trabajo para conquistar el ocio.

De tal manera, su misión civilizadora era liberar a la Humanidad de la maldición bíblica de “ganarse el pan con el sudor de la frente”, tan característica de la primitiva y violenta Historia que estamos a punto de superar estableciendo la Sociedad Global Democrática que surja de la “Revolución Mundial” prevista por el maestro ateo.

Mediante el desarrollo de las fuerzas productivas, tan gloriosa misión la podría cumplir la clase deprimida y vilipendiada. Si dignidad lo exigía y su posición le otorgaba la motivación necesaria.

Sin duda, esas ideas son de Marx e ilustran su genialidad, tan mal interpretada por algunos exegetas que lo ven como un oráculo infalible.

Demuestran que era un científico pero no un profeta, lo cual habla muy bien de su inteligencia y del valor de sus aportes filosóficos, antropológicos, económicos y políticos.

Es claro que no conoció las aplicaciones productivas de la electricidad y, mucho menos, las de la electrónica, que nos han traído a la realidad de la automatización (jamás imaginada por Dickens y sus contemporáneos).

Pero esas podrían ser las consecuencias del desarrollo de las fuerzas productivas que liberaría a los proletarios de su perversa e intolerable esclavitud.

Incidentalmente, la producción a cargo de las máquinas no extrae plusvalía y, en la medida en que se generalice, elimina el substrato material para la división de la Humanidad en clases sociales.

De hecho, significa la solución del “problema económico”, que surge de la escasez y divide a la gente atendiendo a su capacidad de consumo (o a sus ingresos o su fortuna).

Pero el problema social y político -que subsiste como fenómeno constante de las organizaciones jerárquicas dominantes en la Historia- no desaparece automáticamente sino que se convierte en la contradicción fundamental expresada en la pareja:

mayorías humanas – minorías plutocráticas

Será necesario adelantar la lucha que despoje a los despojadores del poder y la riqueza, pero tendrá que ser multitudinaria y eludir la violencia, pues si los potentados siguen disponiendo de su capacidad para asesinar, manejada por serviles traidores a las mayorías, las masacres pueden frustrar la voluntad de los pueblos.

Respecto a las masacres de pueblos por sus gobernantes, la fortuna de Gadafi, la postración de los habitantes, su represión sangrienta por mercenarios y traidores, la subyugación en que los ha mantenido mientras hacía migas con los políticos y los potentados europeos (que hoy le dan la espalda y se ven obligados a derrocarlo), su amenaza de exterminar a quienes no se le sometan y hasta su bravuconada de acabar con el Mundo si la ONU interviene, todo ello a nombre del “socialismo islámico”, comprueban el carácter irreductible de la contradicción que está destruyendo el mundo porque el polo de los potentados sigue al mando.

Y es indiferente la ideología en que se arropen. Pero, cuando suplantan las ideologías revolucionarias, la cosa adquiere un cinismo insoportable y frustrante para muchos verdaderos revolucionarios.

De todos modos, ese polo opresor y depredador acude a cualquier recurso para perpetuar las sociedades de clase que tantos privilegios les conceden a quienes las dirigen, aunque digan ser los más auténticos representantes, interpretes y salvadores de sus pueblos, como Obama o Gadafi o Berlusconi o Ahmadineyad o cualquiera que se les ocurra y pose de líder y defensor del pueblo al que gobierna aliado con algunos o, en el mejor de los casos, con muchos.

Afortunadamente, las mayorías están abriendo los ojos aceleradamente –por encima de divisiones de clase y de ideologías religiosas, todas tan anacrónicas- para unirse en una lucha mundial y definitiva de la Humanidad contra los jerarcas de cualquier pelambre, buscando crear la sociedad plana en la cual todos valgamos por igual y ninguno ni más ni menos que otro.

Así hallaremos los intereses comunes y la manera de defenderlos eficazmente como patrimonio de la Sociedad Global Democrática garantizado para todos y cada uno, no sólo para los líderes y sus sirvientes.

El desafío mundial inmediato es derrotar a Gadafi sin violar la soberanía de Libia pero sin abandonar a los libios en manos del potentado carnicero que los asesina y les ha robado la riqueza petrolera negándoles el progreso y hasta la educación elemental, mientras los traicionaba con Berlusconi y demás basuras al mando de los países europeos, felices apoderándose de las riquezas libias.

Hasta sus campañas electorales eran financiadas con el dinero del pueblo saqueado por Gadafi, como él mismo lo ha reconocido al revelar que apoyó al cachón Sarkozy con fondos libios para ayudarle a llegar a la presidencia.

Sin desconocer los intereses de las potencias occidentales en el petróleo libio, es obvio que la Humanidad tiene que intervenir para detener al genocida deschavetado y sanguinario, enceguecido por su ambición y claro traidor de los ideales conque inició su revolución hace más de 40 años.

La resolución del Consejo de Seguridad decretando una zona de exclusión aérea, aprobada este 17 de marzo, es una respuesta que se esperaba, pero que puede abrir espacio a la invasión despojadora que vemos en el sufrido Irak, ocupado por fuerzas extranjeras saqueadoras con base en las mentiras de la lacra humanoide que es George W. Bush.

Le corresponde a la Humanidad estar alerta para que la resolución 1973, que crea la zona de exclusión aérea en Libia, no signifique una patente de corso para los depredadores imperialistas.

Debemos resaltar la coincidencia entre su número y el año en que Richard Nixon -aliado con la momia criminal, todavía coleando y causando dolor por el mundo, Henry Kissinger, y aprovechando al canalla vendepatria Augusto Pinochet, ya felizmente desaparecido- impuso a la fuerza la vitrina del Neoliberalismo, tras asesinar al buenazo de Salvador Allende y su civilizada “Vía Pacífica” al Socialismo.

Mientras el títere Obama se apresta a visitar Chile, país de desigualdades sociales y económicas crecientes, paraíso de potentados y modelo para las neocolonias (que los lacayos colombianos se esmeran en imitar sirviendo, a su vez, como modelos de segunda para otros, como los países centroamericanos, en particular Costa Rica, Honduras y Panamá), la Humanidad asume la lucha contra el traidor Gadafi, quien posee inmensas fortunas robadas a su pueblo para compartirlas con los verdugos de la Humanidad y enemigos de la Vida dedicados a destruir la biosfera para aumentar sus fortunas personales.

Aunque semejantes riquezas permitirían un alto nivel de vida para todos, el dictador perpetúa unas condiciones de subsistencia vergonzosas aunque, presuntamente, mejores que las de sus vecinos que, igualmente, son manipulados por tiranos cuyo fin está próximo porque también mantienen a los pueblos en la miseria mientras amasan fortunas enormes, lo cual exige desenmascararlos y derrotarlos

Sin duda, las riquezas pertenecen al pueblo pero el Neoliberalismo exige que les sean entregados a los potentados; y los vendepatria, sin consideración de ideologías, las entregan gozosos.

Todos proceden como cualquier Uribe Vélez y su sucesor Juan Manuel Santos (en Colombia) que siguen desesperados buscando que el Imperio les apruebe un TLC.

No están satisfechos con todas las desnacionalizaciones del patrimonio público y los contratos de destrucción de la biosfera pactados con las grandes empresas mineras multinacionales otorgándoles tratos preferenciales y condenando a las comunidades autóctonas a la miseria eterna mediante el envenenamiento de las aguas y la destrucción del entorno.

Las tierras fértiles que han sustentado a generaciones, de un momento a otro quedarán reducidas a cascajeros y desiertos estériles, definitivamente incapaces de producir nada.

Este saqueo depredador que elevará las utilidades de las multinacionales, al unirse al TLC contribuirá a paliar la crisis en USA mediante su contagio a las neocolonias, condenadas a arruinar sus entables industriales para aprovisionar sus mercados con las mercancías de la metrópolis.

En “compensación” (o sea, por las comisiones que reciben los vende patrias), sus recursos naturales son saqueados y destruidos sin consideración, para que el imperio pueda elevar su PIB y, presuntamente, superar la crisis económica que, en realidad, cada vez se profundiza más, pues las recetas con que pretenden mitigarla lo único que hacen es extender sus efectos por todo el mundo mientras los halcones de Washington y sus compinches se apoderan de las riquezas ajenas y engrasan el casino de Wall Street.

Por eso, terminarán aprobando el TLC que tan generosamente les ofreció, con insistencia, el vendepatria Uribe Vélez, cómplice e instigador de crímenes de lesa humanidad que el mundo conoce, como los asesinatos de 500 sindicalistas, financiados por la Drummond (la que se roba nuestro carbón colombiano y destruye nuestras costa caribe) y cometidos por los paramilitares protegidos por Uribe, padre legítimo (junto a Ernesto Samper Pizano, entonces presidente acusado de haber sido financiado por la mafia caleña) de las autodefensas oficiales con la creación de las CONVIVR cuando fue gobernador de Antioquia.

Por su servidumbre incondicional al Imperio, quieren dejar impune al gurú de Salgar decretándole inmunidad jurídica, lo cual es intolerable y ofensivo para la dignidad humana.

El precio será ampliar el saqueo y la destrucción del territorio a través de la inversión en la gran minería, cuyos daños al ambiente cuestan mucho más que lo que logren extraer los depredadores internacionales, enemigos de la Vida y la Naturaleza.

Sin duda, la palabra la tienen los pueblos. Su iniciativa es el último recurso para corregir el rumbo.

Y se convierte en un asunto personal ante el que podemos reaccionar activamente, como seres dignos, legalmente iguales.

También, asumiéndonos como subhumanos nacidos para servirles a los potentados, podemos aceptar pasivamente lo que resuelvan los líderes: esos grandes señores predestinados para dirigir a los pueblos, según los cuentos que nos han echado y que la realidad contradice palmariamente al demostrar su ineptitud, tan patética con las instalaciones nucleares que nos tienen condenados, aunque sólo sea por la radiactividad de los desechos que perdura durante millones de años y amenaza todas las formas de vida, no sólo la de los irresponsables humanos.

ANEXOS

1. Ni Gadafi ni el imperialismo APORREA.ORG 20110312

2. Los mil demonios de las potencias imperiales van contra Libia APORREA.ORG 20110312

3. Cuidado con equivocarse y solidaridades automáticas Lo de Libia parece un arroz con mangoAPORREA.ORG 20110312