Victorias sin gloria Julio Hernández López
Astillero
Presidencia Soriana
Dinosaurio-mapache
Usted disculpe
Victorias sin gloria
Julio Hernández López
Integrantes del movimiento #YoSoy132 se manifestaron ayer a las afueras del Instituto Federal Electoral, en demanda de que se limpien las elecciones del pasado domingo primero de julio Foto José Carlo González
Muy poco duró el barniz de limpieza y legalidad sobre el rostro del dinosaurio-mapache. No terminaban los voceros del PRI de ensayar poses de solemnidad para sostener que su candidato presidencial era la encarnación de la democracia impoluta cuando ya se multiplicaban las grotescas pruebas de la descomunal compra de votos que se realizó para favorecer a Enrique Peña Nieto.
Infame modernización del fraude electoral: tarjetas de prepago en lugar del voto libre, cajas registradoras en lugar de conteo de sufragios, carritos de supermercado en lugar de urnas, las tiendas Soriana como fuente de legitimidad en rectángulos de plástico: una candidatura de telenovela que acaba en escándalos de supermercados bajo compras de pánico y en representantes de casilla que se manifiestan en protesta pública porque los compradores partidistas no cumplen el contrato mercantil a la palabra y a la foto del celular.
Metralla mediática concertada para responder a la difusión de las escenas inapelables: dudar de los resultados alegremente anunciados la noche del domingo pasado por el eje IFE-Los Pinos-Peña Nieto sería faltarle al respeto al trabajo de un millón de ciudadanos que de manera ejemplar ejercieron funciones electorales, dicen los jilgueros reactivados. En realidad, han sido esos delincuentes partidistas los que le han faltado al respeto a ese millón cívico que en su mayoría cumplió con honradez el encargo de conducir el proceso comicial en casillas: los ciudadanos vigilaban detalles procesales, se afanaban en estampar firmas y en verificar identidades, cuidaban la recta aplicación de las reglas sobre lo inmediato y contaban boletas para asentar resultados, sin saber que el fraude 2012 fue extracasillas, comenzando con las encuestas mentirosas que fueron sembradas con toda intención para fabricar la percepción de imbatibilidad del generoso Peña Nieto, siguiendo con la complicidad de los comentaristas e intelectuales que se apoyaban furiosamente en los datos científicos de esas encuestas sobre pedido y terminando con la operación ruleta y otras formas de mapachería cometidas fuera del radio de observación de los ciudadanos encargados de las casillas.
Fraude sin castigo, crimen social en la impunidad: dedicado profesionalmente a propagar el inevitable advenimiento arrollador de Enrique Peña Nieto, según la Biblia demoscópica diariamente actualizada por los arcángeles de GEA-ISA, el directivo de Milenio Ciro Gómez Leyva simplemente asume al final del proceso convenido que hubo errores, ofrece disculpas y anuncia que termina en ese diario el experimento de encuestas de opinión que día a día fue imponiendo en la percepción colectiva que Peña Nieto era un puntero sin riesgo alguno de perder, todo un fenómeno de popularidad y carisma, electoralmente inalcanzable.
GEA-Isa fue usada para similares fines seis años atrás, con la consigna de instalar la especie de que el muy rezagado Calderón alcanzaba y remontaba de pronto al consistente delantero de entonces, López Obrador. El director de la empresa de encuestas, Guillermo Valdés, fue premiado con la dirección del Cisen y uno de los principales accionistas, Jesús Reyes Heroles González Garza, fue llevado a la dirección de Pemex. Aun así, esa firma fue utilizada como presunta fuente objetiva, imparcial y confiable para sostener que Peña Nieto ganaría con 18 puntos de diferencia. Los resultados oficiales, sujetos a fundada impugnación, fueron casi tres veces menores que lo machaconamente augurado. Pero todo se arregla con filosofía de barandilla policiaca: usted disculpe.